viernes, 23 de noviembre de 2018

“Son intolerantes con nosotros”





Leyendo la prensa actual cada día más frecuentemente veo esta queja repetida. Las minorías que quieren ser oídas. Las mayorías que no quieren ser cuestionadas. Los “buenos”, los “malos”, los grandes y los chicos…y ahora también los cristianos!
Me pregunto dónde entran entonces las palabras de Jesús:
Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
 Más todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado.
 Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
El que me aborrece a mí, también a mi Padre aborrece.
 Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre.
 Pero esto es para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.
(Juan 15:18-27)

¡Cuán lejos estamos de aquel capítulo 11 de la carta dirigida a los hebreos que habían creído en el Señor Jesucristo allá por el primer siglo de nuestra era, y que es estímulo y ejemplo para todos los que seguimos los pasos de nuestro Señor Jesucristo!
Allí se lee acerca de los antiguos hebreos que le creyeron a Dios:
“…que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados;
de los cuales el mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros.  (Hebreos 11:34-40)
Como cristianos, estemos dispuestos a perder nuestra vida por causa del evangelio, dispuestos a sufrir el rechazo y la persecución del mundo bajo el poder de satanás, y a pagar el precio por anunciar la salvación, por proclamar al mundo las palabras del Evangelio, así como los apóstoles de Cristo lo hicieron:
Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.
Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.
Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.”(Hechos 5:40-42)
¡Basta de quejas contra el sistema mundial gobernado por satanás! Sabemos que no lo vamos a cambiar porque está preparado para su destrucción en el infierno:
 “Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre.
Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error”
 (2 Pedro 2:17-18.)
Está escrito que nuestra lucha no es contra carne y sangre (Efesios 6:12)
Entonces vamos a concentrarnos en vivir como Jesús, en anunciar la salvación, en denunciar el pecado, en anunciar que Jesús nuestro Señor vuelve.
No será reclamando derechos de igualdad con el mundo que agradaremos a Dios, sino siendo ejemplo de santidad al mundo.
No tenemos los mismos derechos que el mundo. ¡Por supuesto que no! ¿Por qué entonces reclamamos derechos para igualarnos al mundo?
Nuestra responsabilidad y deber es arrebatar de sus garras a los que crean a través de nuestro testimonio, se arrepientan de sus malos caminos y se vuelvan a Dios.
Enfoquémonos en mirar al Señor, en imitarle, en obedecerle por sobre todo y a pesar de todo.
El mundo se aterrorizará de la presencia de aquellos que abracen la fe de Cristo sin reservas, aún menospreciando sus propias vidas terrenales, porque así lo ha hecho siempre y teme ser expuesto a la luz del Evangelio, por lo tanto gritará como allá en Tesalónica:
Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá;
(Hechos 17:6)
Es tiempo de morir por Cristo, es tiempo de ser fieles a Él, es tiempo de negarnos a nosotros mismos, es tiempo de menospreciar nuestros derechos, nuestros sueños, es tiempo de poner nuestra vida misma a disposición de nuestro Señor, pues ella es eterna y no puede ser arrebatada de las manos de Dios.
Por supuesto que van a ser intolerantes! Tienen que serlo!
 Por supuesto que somos una plaga!
Por supuesto que nos van a aborrecer y despreciar!
¡Siiii! ¡Es que así tiene que ser!
¿Dónde vemos en los Evangelios a Jesús nuestro Señor reclamando derechos? ¿O a  sus discípulos?  ¿O a cualquiera de los siervos del Señor de los que habla la biblia? ¿O dónde dice en la escritura que los reclamemos nosotros?
El mundo tiene que aborrecernos y perseguirnos y querer destruirnos. Esa es su reacción. Esto es guerra y el mundo y su sistema de gobierno demoníaco no va a tenerle piedad a nadie. Permanecerá en su postura hasta que sea destruido en el infierno.
Satanás es amigo del mundo, por eso el mundo le ama, pero es  enemigo del cristiano, enemigo a muerte, por eso le aborrezco a él y a sus obras y como cristiano contra él es mi lucha ¡no hay tregua ni cuartel!
Vamos a dejarnos de ser payasos imitadores del mundo cobarde y vamos a mostrar nuestra fe a través de nuestras obras siendo imitadores de Cristo.