sábado, 3 de agosto de 2019
Máquinas
Por estos días, desde los albores de la vida y hasta que las canas cubren de nieve las
desgastadas cúspides humanas, nos tornamos cada día mas dependientes de los
artefactos , cada vez mas autosuficientes a los que gustamos llamar máquinas.
Al pasar las edades y deshojarse los almanaques, hemos ido perfeccionando lo que al
principio creamos para que fuese un esclavo incansable, servil, obediente al extremo, y
totalmente desechable: las máquinas.
Recuerdo que en las décadas de los setenta a los noventa, fantaseaban los creadores de
comics con la posibilidad de que los robots humanoides y los organismos ciberneticamente
mas avanzados cobraran consciencia, voluntad propia y decidieran un buen día revelarse
contra sus creadores humanos.
Hoy ante nuestros ojos vemos una realidad distinta en lo fantástica, pero muy similar en lo
práctico.
Lo curioso es que no aconteció por mérito del avance tecnológico, o porque fenomenales
robots iniciaran una guerra de independencia contra los “hombres-amos”, sino porque
nosotros las forzamos día a día a ocupar el lugar de amos mientras que nos humillamos a
ser sus esclavos voluntarios, sumisos y absolutamente dependientes de su funcionamiento
y hasta de sus caprichos.
Mientras el músculo principal de nuestro cuerpo contenido dentro de nuestro cráneo, se ha
desarrollado en una forma impactante y sostenida, ha hecho que los demás se vallan
atrofiando y buscando cada vez mas reposo y descanso.
En este escenario hemos buscado, apoyados por el desarrollo de la ciencia, las mayores
comodidades para nuestro cuerpo.
Nos hemos reproducido a niveles que nos orillan a ser una plaga demográficamente
incontrolable. La urgencia de producir sustento en mayor cantidad y mas efectivamente,
nos ha llevado a encontrar soluciones basadas en un mayor desarrollo tecnológico. Los
altos costos de producción nos llevaron a buscar una mano de obra que produzca sin
protestar, que no cobre ni exija nada y que sea reparable si se daña, desechable y hasta
reciclable en la mayoría de los casos. Las máquinas califican indudablemente muy por
encima del hombre en este sentido.
La producción mecanizada poluciona y nos debilita, por lo tanto, mas aún necesitamos
guardar energías y resguardar nuestros cuerpos, siendo las máquinas quienes aliviarán
nuestro trabajo.
Veamos un día cualquiera de nuestra rutinaria existencia:
Una máquina llamada reloj-despertador nos dice cuando comienza el día, ya que nos
dejamos de guiar por el sol, la luna y las estrellas y hasta no oímos el canto del gallo o de
las aves, pues las desterramos de nuestro entorno.
Nuestro ojos no se elevan ni se detienen a mirar el cielo, en busca del clima, entonces
recurrimos a que una máquina nos diga que clima tendremos hoy, y aunque
escudriñemos el firmamento no obtendremos respuesta segura, pues nuestros sentidos no
pueden detectar fenómenos meteorológicos, ya que no hay un bioma alrededor que nos
pueda dar esa información, pues una o varias máquinas regulan la temperatura y
humedad de nuestra habitación.
Nos levantamos de nuestro lecho construido por una máquina, salimos de debajo de
cobijas construidas por una maquina, nos vestimos con ropa construida por otras
máquinas, una máquina nos higieniza y usamos otra máquina para hacernos el
desayuno, que tomamos sobre muebles construidos adivinen por quienes, sí, por
máquinas. Salimos de esa endemoniada maquinaria para ir al trabajo. En la calle
(construida por máquinas) pululan miles de máquinas de todos tipos y colores, y a una
de esas nos subimos para ahorrar el tiempo que la máquina de nuestro pulso o bolsillo.
nos dice que se agota. Una máquina llamada GPS nos indica el camino, otra máquina
robot nos dice cuando detenernos en la esquina, y mientras esperamos que como un
camaleón cambie de color, el sonido de otra máquina nos avisa que alguien quiere
comunicarse con nosotros, inmediatamente la tomamos y comenzamos a hablar con ese
“alguien” que está quizá a cientos de kilómetros de nosotros.
La comunicación termina y deseamos hacer mas ameno el viaje entonces encendemos
¡dos máquinas! Una para entretenernos con música y noticias y otra porque hace frío.
Máquinas dentro de otra máquina.
Llegamos a destino y una máquina nos lleva sin fatigarnos once pisos mas arriba. Allí en
una reducida oficina varias máquinas trabajan teniendo como esclavos a nuestros
compañeros de cautiverio, perdón, quise decir trabajo. Nos sumamos a ellos hasta que de
nuevo la máquina que oficia como nuestro control remoto en nuestro bolsillo nos dice
que es hora de ir hacia la máquina que nos alimentará.
La tarde sigue el mismo curso de la mañana y volvemos sobre nuestros pasos a cerrar el
ciclo del sol al que no vimos en todo el día.
Antes de nacer una máquina escudriña al niño en el vientre de su madre, nace rodeado de
máquinas y muere de la misma forma. Las computadoras son los robots que controlan la
vida humanoide de este tiempo inverosímil. La informática a idiotizado al humano
convirtiéndolo en un ser manejable y moldeable, dependiente e incapaz de pensar o
razonar por si mismo.
No controlamos a la máquina, ella nos controla sin manos, pues usa las nuestras y es capaz
de manejarnos a distancia usando el control remoto que cargamos en nuestro bolsillo.
Aterrador ¿No?
Imaginemos entonces que alguien controle a las máquinas...
De hecho estamos interactuando tu y yo en éste momento a través de un sistema (red) msiempre controlado por un gigantesco cerebro cibernético, que tiene acceso a toda la información que circula en el planeta. Quien accede a estos datos tiene, por así decirlo, al mundo girando en sus dedos.
El poder de controlar mentes, vidas, pueblos, naciones, masas enteras, seduce a los que gobiernan y manejan al mundo como un titiritero a su marioneta.
Es tiempo de despertar.
¿En quién quieres depositar la confianza para que dirija tu vida?
1) Tu. Que no conoces tu futuro.
2) El mundo. Es una marioneta en manos de un titiritero que tiene sombrías perspectivas de futuro para ti.
3) Dios. No puede engañarte, no hay mal en él y tiene un plan perfecto para tu vida, quiere que vivas para siempre.
La desición es tuya.
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