jueves, 9 de agosto de 2018

La regla de oro






Hola. Los desafío a que lean y analicen Mateo 7 versículos 1 a 12.
Luego de leer, hagamos énfasis en el versículo 12.
“Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
Casi nunca nos preguntamos cómo actuaríamos en lugar del otro. Cuando tomas decisiones o actúas, por lo general piensas en ti, casi inconscientemente. A veces ni siquiera se piensan nuestras acciones o decisiones, mecánicamente  surgen como autodefensa o autocomplacencia. Defendemos nuestra posición, nuestra manera de pensar, porque de antemano obviamos que es la correcta. Siempre creemos que nuestro juicio es correcto, de lo contrario no lo haríamos. De esa manera siempre estamos justificándonos, casi teniendo una a veces paupérrima auto conmiseración. Nos gusta sentirnos “pobrecitos de nosotros”.
 Exigimos primero que se cumpla con nosotros antes de cumplir con los demás. Quizá esté latente en nuestro interior el deseo de no devolver el bien recibido, en caso de juzgar la actitud del otro, y decidir si premiarle por el bien que hizo o castigarle por su “a nuestro modo de ver” mal proceder, erigiéndonos así en dueños absolutos de la verdad, ocupando así el lugar de Dios. Aún en las pequeñas cosas cotidianas, nuestra actitud es: “¡Mi vida es mía!” “¡Nadie tiene que ver con lo que hago!” “¡Nadie tiene derecho a gobernar mi vida!”  Así somos dueños y señores de nuestras vidas. Cuando decimos “nadie” es nadie… ni siquiera Dios. Así nos confesamos culpables y nos exponemos a las consecuencias. Esas consecuencias encierran muchas veces recibir el pago con la misma moneda. Pero todo cambia si lo vemos desde el lado de enfrente. El Señor dice: “como quieras que actúen contigo, así debes actuar tu antes con los demás.” Entonces nos justificamos diciendo: “los demás no piensan así y no van a retribuirme igual” ¡Por supuesto que no! Por eso también dice el Señor: “al que te pegue en la mejilla derecha, dale también la izquierda” ¿Estás  dispuesto a pagar el precio? ¿Te gustaría que la persona a la que tu actitud lastima tuviera la misma actitud contigo? ¿Te agrada ser humillado? ¿No? Entonces ¿por qué humillas? ¿Te agrada que sean soberbios contigo? ¿No? Entonces ¿por qué saboreas tu soberbia? Y así podríamos continuar con mil actitudes más. Amén de esto, aún vemos como horrible la actitud de las personas a las que observamos cometer los mismos errores que cometemos nosotros a diario. Por eso dice el Maestro: ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”
Por último pensemos: si los demás actuaran exactamente igual a mí, con mis mismos caprichos y egoísmos, ¿yo me sentiría feliz?

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