Hola. Los desafío a que lean y analicen Mateo 7
versículos 1 a 12.
Luego de leer, hagamos énfasis en el versículo 12.
“Así que, todas
las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
Casi nunca nos
preguntamos cómo actuaríamos en lugar del otro. Cuando tomas decisiones o actúas,
por lo general piensas en ti, casi inconscientemente. A veces ni siquiera se
piensan nuestras acciones o decisiones, mecánicamente surgen como autodefensa o autocomplacencia. Defendemos
nuestra posición, nuestra manera de pensar, porque de antemano obviamos que es
la correcta. Siempre creemos que nuestro juicio es correcto, de lo contrario no
lo haríamos. De esa manera siempre estamos justificándonos, casi teniendo una a
veces paupérrima auto conmiseración. Nos gusta sentirnos “pobrecitos de nosotros”.
Exigimos primero que se cumpla con nosotros
antes de cumplir con los demás. Quizá esté latente en nuestro interior el deseo
de no devolver el bien recibido, en caso de juzgar la actitud del otro, y
decidir si premiarle por el bien que hizo o castigarle por su “a nuestro modo
de ver” mal proceder, erigiéndonos así en dueños absolutos de la verdad,
ocupando así el lugar de Dios. Aún en las pequeñas cosas cotidianas, nuestra
actitud es: “¡Mi vida es mía!” “¡Nadie tiene que ver con lo que hago!” “¡Nadie tiene
derecho a gobernar mi vida!” Así
somos dueños y señores de nuestras vidas. Cuando decimos “nadie” es nadie… ni
siquiera Dios. Así nos confesamos culpables y nos exponemos a las
consecuencias. Esas consecuencias encierran muchas veces recibir el pago con la
misma moneda. Pero todo cambia si lo vemos desde el lado de enfrente. El Señor
dice: “como quieras que actúen contigo, así debes actuar tu antes con los
demás.” Entonces nos justificamos diciendo: “los demás no piensan así y no van
a retribuirme igual” ¡Por supuesto que no! Por eso también dice el Señor: “al
que te pegue en la mejilla derecha, dale también la izquierda” ¿Estás dispuesto a pagar el precio? ¿Te gustaría que
la persona a la que tu actitud lastima tuviera la misma actitud contigo? ¿Te agrada
ser humillado? ¿No? Entonces ¿por qué humillas? ¿Te agrada que sean soberbios
contigo? ¿No? Entonces ¿por qué saboreas tu soberbia? Y así podríamos continuar
con mil actitudes más. Amén de esto, aún vemos como horrible la actitud de las
personas a las que observamos cometer los mismos errores que cometemos nosotros
a diario. Por eso dice el Maestro: “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de
ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu
ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu
propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.”
Por último
pensemos: si los demás actuaran exactamente igual a mí, con mis mismos caprichos
y egoísmos, ¿yo me sentiría feliz?
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