Leyendo la prensa actual cada día más frecuentemente veo esta queja
repetida. Las minorías que quieren ser oídas. Las mayorías que no quieren ser
cuestionadas. Los “buenos”, los “malos”, los grandes y los chicos…y ahora también
los cristianos!
Me pregunto dónde entran entonces las palabras de Jesús:
Si el
mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros.
Si
fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo,
antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.
Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El
siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a
vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la
vuestra.
Más todo esto os harán por causa de mi nombre,
porque no conocen al que me ha enviado.
Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado,
no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa por su pecado.
El que me
aborrece a mí, también a mi Padre aborrece.
Si yo no hubiese hecho entre ellos obras que
ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero ahora han visto y han aborrecido
a mí y a mi Padre.
Pero esto es para que se cumpla la palabra que
está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron.
Pero
cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de
verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Y vosotros daréis testimonio también, porque
habéis estado conmigo desde el principio.
(Juan
15:18-27)
¡Cuán
lejos estamos de aquel capítulo 11 de la carta dirigida a los hebreos que
habían creído en el Señor Jesucristo allá por el primer siglo de nuestra era, y
que es estímulo y ejemplo para todos los que seguimos los pasos de nuestro
Señor Jesucristo!
Allí se
lee acerca de los antiguos hebreos que le creyeron a Dios:
“…que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas,
taparon bocas de leones, apagaron fuegos
impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron
fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros.
Las mujeres
recibieron sus muertos mediante resurrección; mas otros fueron atormentados, no
aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección.
Otros experimentaron
vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Fueron apedreados,
aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para
allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados,
maltratados;
de los cuales el
mundo no era digno; errando por los desiertos, por los montes, por las cuevas y
por las cavernas de la tierra. Y todos éstos, aunque alcanzaron buen
testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido;
proveyendo Dios
alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte
de nosotros. ” (Hebreos 11:34-40)
Como
cristianos, estemos dispuestos a perder nuestra vida por causa del evangelio, dispuestos
a sufrir el rechazo y la persecución del mundo bajo el poder de satanás, y a
pagar el precio por anunciar la salvación, por proclamar al mundo las palabras
del Evangelio, así como los apóstoles de Cristo lo hicieron:
“Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les intimaron que
no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.
Y ellos salieron de la presencia del
concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa
del Nombre.
Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a
Jesucristo.”(Hechos
5:40-42)
¡Basta de
quejas contra el sistema mundial gobernado por satanás! Sabemos que no lo vamos
a cambiar porque está preparado para su destrucción en el infierno:
“Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas
por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para
siempre.
Pues hablando palabras infladas y
vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que
verdaderamente habían huido de los que viven en error”
(2 Pedro 2:17-18.)
Está
escrito que nuestra lucha no es contra carne y sangre (Efesios 6:12)
Entonces
vamos a concentrarnos en vivir como Jesús, en anunciar la salvación, en
denunciar el pecado, en anunciar que Jesús nuestro Señor vuelve.
No será
reclamando derechos de igualdad con el mundo que agradaremos a Dios, sino siendo
ejemplo de santidad al mundo.
No
tenemos los mismos derechos que el mundo. ¡Por supuesto que no! ¿Por qué
entonces reclamamos derechos para igualarnos al mundo?
Nuestra
responsabilidad y deber es arrebatar de sus garras a los que crean a través de
nuestro testimonio, se arrepientan de sus malos caminos y se vuelvan a Dios.
Enfoquémonos
en mirar al Señor, en imitarle, en obedecerle por sobre todo y a pesar de todo.
El mundo
se aterrorizará de la presencia de aquellos que abracen la fe de Cristo sin
reservas, aún menospreciando sus propias vidas terrenales, porque así lo ha
hecho siempre y teme ser expuesto a la luz del Evangelio, por lo tanto gritará
como allá en Tesalónica:
Estos que
trastornan el mundo entero también han venido acá;
(Hechos
17:6)
Es tiempo de morir
por Cristo, es tiempo de ser fieles a Él, es tiempo de negarnos a nosotros
mismos, es tiempo de menospreciar nuestros derechos, nuestros sueños, es tiempo
de poner nuestra vida misma a disposición de nuestro Señor, pues ella es eterna
y no puede ser arrebatada de las manos de Dios.
Por supuesto que
van a ser intolerantes! Tienen que serlo!
Por supuesto que somos una plaga!
Por supuesto que
nos van a aborrecer y despreciar!
¡Siiii! ¡Es que
así tiene que ser!
¿Dónde vemos en
los Evangelios a Jesús nuestro Señor reclamando derechos? ¿O a sus discípulos? ¿O a cualquiera de los siervos del Señor de
los que habla la biblia? ¿O dónde dice en la escritura que los reclamemos
nosotros?
El mundo tiene
que aborrecernos y perseguirnos y querer destruirnos. Esa es su reacción. Esto
es guerra y el mundo y su sistema de gobierno demoníaco no va a tenerle piedad
a nadie. Permanecerá en su postura hasta que sea destruido en el infierno.
Satanás es amigo
del mundo, por eso el mundo le ama, pero es
enemigo del cristiano, enemigo a muerte, por eso le aborrezco a él y a
sus obras y como cristiano contra él es mi lucha ¡no hay tregua ni cuartel!
Vamos a dejarnos
de ser payasos imitadores del mundo cobarde y vamos a mostrar nuestra fe a
través de nuestras obras siendo imitadores de Cristo.